Cabo Verde importó el equivalente a 235 mil euros diarios en combustible a lo largo de 2021, un aumento de casi el 40% respecto al año anterior. Según datos de un informe de febrero del Banco de Cabo Verde (BCV), que detalla las importaciones y exportaciones del archipiélago, el país compró 9.453 millones de escudos (85,8 millones de euros) en combustible en el exterior en 2021.
En 2020, un año fuertemente marcado por la pandemia de covid-19 y el confinamiento generalizado, estas importaciones habían costado a Cabo Verde más de 6.793 millones de escudos (61 millones de euros), en combustibles de varios tipos, frente a 9.164 millones de escudos (82,3 millones de euros) en 2019.
En promedio, Cabo Verde -que no tiene capacidad nacional de refino- pasó del equivalente a 168 mil euros diarios de combustible importado en 2020 a 235 mil euros en 2021, un aumento del 39,8%.
Como reflejo del aumento progresivo del precio del petróleo en los mercados internacionales, los combustibles a la venta en Cabo Verde aumentaron de precio más de un 37% de enero a diciembre de 2021, según datos oficiales.
De 2019 a 2020, con la economía creciendo más de un 5 %, la importación de combustibles –también necesarios para la producción de electricidad– por parte de Cabo Verde aumentó más de un 1%.
El primer ministro de Cabo Verde, Ulisses Correia e Silva, afirmó anteriormente que el Gobierno ya está haciendo un “esfuerzo” para mitigar las consecuencias del impacto del aumento de los precios de los combustibles en el archipiélago, que en octubre provocó un aumento medio de los precios de los combustibles del 30% en las tarifas eléctricas.
“Hemos bajado el IVA del 15% al 8%, no solo de la luz sino también del agua, hemos aumentado el nivel de rentabilidad de la tarifa social del 30% al 50% para las familias de menores ingresos y también hemos introducido una desgravación fiscal del 130 % para las empresas en términos de costos de energía”, dijo el primer ministro.
Ulisses Correia e Silva señaló que el archipiélago vive lo que espera sea una situación coyuntural, pero que el ejecutivo analiza medidas para reducir sus efectos.
“Tenemos metas muy ambiciosas”, subrayó, en referencia al deseo de que las energías renovables sean responsables del 50% de la producción energética en 2030 o a la transformación digital, que dice es “un factor importante para mejorar la eficiencia de la economía”.
En 2020, un año fuertemente marcado por la pandemia de covid-19 y el confinamiento generalizado, estas importaciones habían costado a Cabo Verde más de 6.793 millones de escudos (61 millones de euros), en combustibles de varios tipos, frente a 9.164 millones de escudos (82,3 millones de euros) en 2019.
En promedio, Cabo Verde -que no tiene capacidad nacional de refino- pasó del equivalente a 168 mil euros diarios de combustible importado en 2020 a 235 mil euros en 2021, un aumento del 39,8%.
Como reflejo del aumento progresivo del precio del petróleo en los mercados internacionales, los combustibles a la venta en Cabo Verde aumentaron de precio más de un 37% de enero a diciembre de 2021, según datos oficiales.
De 2019 a 2020, con la economía creciendo más de un 5 %, la importación de combustibles –también necesarios para la producción de electricidad– por parte de Cabo Verde aumentó más de un 1%.
El primer ministro de Cabo Verde, Ulisses Correia e Silva, afirmó anteriormente que el Gobierno ya está haciendo un “esfuerzo” para mitigar las consecuencias del impacto del aumento de los precios de los combustibles en el archipiélago, que en octubre provocó un aumento medio de los precios de los combustibles del 30% en las tarifas eléctricas.
“Hemos bajado el IVA del 15% al 8%, no solo de la luz sino también del agua, hemos aumentado el nivel de rentabilidad de la tarifa social del 30% al 50% para las familias de menores ingresos y también hemos introducido una desgravación fiscal del 130 % para las empresas en términos de costos de energía”, dijo el primer ministro.
Ulisses Correia e Silva señaló que el archipiélago vive lo que espera sea una situación coyuntural, pero que el ejecutivo analiza medidas para reducir sus efectos.
“Tenemos metas muy ambiciosas”, subrayó, en referencia al deseo de que las energías renovables sean responsables del 50% de la producción energética en 2030 o a la transformación digital, que dice es “un factor importante para mejorar la eficiencia de la economía”.
Fuente: Visão